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Seguro estás familiarizado con el término «USB». Si tienes una PC es probable que en algún momento hayas utilizado una memoria USB, conectado una impresora, o incluso has escuchado ese término en relación al cargador de tu dispositivo Android.

El USB ha existido durante mucho tiempo. Hizo su debut en 1998, inicialmente incluido en dispositivos con Windows 98, y en el caso de Apple, principalmente para reemplazar los clásicos puertos de teclado y ratón en iMac. Han pasado casi 20 años y las cosas han cambiado desde entonces.

El USB 1.1 tenía la capacidad de transferir datos a una velocidad de 12mb/s. En aquellos tiempos, se consideraba rápido el hecho de que un disquete pudiera transferir a esa velocidad. Luego, en el año 2000, se lanzó el USB 2.0, que ofrecía un rendimiento de 35mb por segundo.

Después de 8 años en el mercado, en 2008 se lanzó el USB 3.0, que es el más común en la actualidad, con una velocidad promedio de transferencia de 400 megabytes por segundo.

Los USB 1.1, 2.0 y 3.0 funcionan de la misma manera: tienen un extremo con un USB tipo A (rectangular) y en el otro extremo tienen un USB tipo B, micro-B o mini-B (que se utilizan comúnmente con smartphones, cámaras, etc).

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Tomó casi una década para que ocurriera un cambio, pero finalmente sucedió. El nuevo USB 3.1 es más rápido, lo que significa que las laptops y PCs del futuro no necesariamente tendrán entradas HDMI o VGA.
Los conectores tipo A y B son cosas del pasado. El nuevo conector se llama USB Tipo-C.

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