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El mercado laboral y los distintos horarios de trabajo

En el mercado laboral actual, las empresas tienen la posibilidad de manejar diferentes horarios para sus trabajadores. Existen tres categorías generales: horario continuo, horario discontinuo y horario flexible. Los primeros dos son los más tradicionales.

Horario continuo (turno corrido)

En el horario continuo, los trabajadores laboran sin interrupciones. Por ejemplo, si inician su jornada a las 9 de la mañana, finalizarían a las 5 de la tarde. Sin embargo, la Ley Federal del Trabajo en México establece que el empleado debe tener al menos media hora para alimentarse, sin salir del lugar de trabajo y sin que esto implique extender su horario. Es decir, aunque se tome media hora para comer, la jornada terminará 8 horas después de haber comenzado.

Horario discontinuo (turno quebrado)

El horario discontinuo es aquel en el que el trabajador cuenta con al menos una hora para su descanso. En México, este lapso se encuentra entre las 2 y las 4 horas, y es ampliamente utilizado por las empresas que no pueden contratar personal para dividir en turnos matutinos y vespertinos. Optan por establecer diferentes horarios de entrada, de comida y de salida con el fin de tener un período de atención al público adecuado.

Horario flexible

El turno flexible es una modalidad en crecimiento en muchos países. Rompe con la estructura de un horario fijo en términos de horas de entrada y salida, entre otros aspectos. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), esta modalidad permite que los empleados elijan su horario en función de sus necesidades personales y laborales. Una de las principales ventajas de este horario es que los trabajadores pueden equilibrar su vida profesional y personal de manera más efectiva.

Además, en países donde se implementa el turno flexible, la legislación no obliga a que la jornada laboral sea estrictamente de 8 horas diarias. Esto significa que, aunque el empleado deba cumplir con un total de 48 horas semanales, puede elegir distribuirlas de manera diferente, asignando una mayor carga horaria a algunos días y una menor a otros. Esto no implica una disminución en la productividad de los trabajadores, simplemente cambia la forma de medirla y la distribución del tiempo de trabajo.

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